Otra vez las ganas de desear, querer y necesitar

Otra vez me asaltan estas ganas mundanas de desear y ser deseada. Otra vez me llena este vacío de estar sola. Otra vez me desborda la necesidad de amar y ser amada.
Por qué?... Por qué si venía tan bien? tan sola y chocha.
Y me invade también la angustia porque aunque sé bien lo que anhelo, a la vez presiento que no llega, que no va a llegar... Esa sensación de orfandad romántica me provoca un desazón en el pecho, que se extiende al cuerpo y lo afloja hasta no tener fuerzas para andar... cómo si no tuviera motor que lo movilice... Y yo venía tan pero tan bien sola... sin deseos, sin quereres, sin necesidades...
Ahora siento que tengo que salir a buscar algo que quizás no encuentre, y eso me enfría el alma y me paraliza el cuerpo. Porque ya una vez cansada de esperar, salí a buscar... al principio no encontré, pero me armé de paciencia, hasta que encontré, para después perder y dejar de desear, querer y necesitar.

Fragmentos míos, para ella

Como tatuaje en el pecho, en el corazón, en el alma.

Como tatuaje, lento, detallado.

Como las agujas pequeñas de la máquina que tatúa.

Duele el grabado. Duele como pena de día lluvioso, como angustia por las montañas añoradas.

Parte el pecho y se expande violento a todo el cuerpo; trasciende el cuerpo…

Manosea el alma. La mansilla, la marca con fuego.

Quema tanto, pero tanto que hasta gusta porque recuerda que hay vitalidad, que hay sensibilidad… Que hay amor.

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Ahora que el cuerpo ansía la caricia

Ahora que al alma  le urge el cariño

Ahora que siento más que nunca

Ahora que por fin acepto el amor

Ahora te encuentro.

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Aparentan poemas de tragedia,

Aparentan poemas de penas esclavas,

Aparentan poemas empañados por  una suerte maldita,

Aparentan poemas de día lluvioso,

Aparentan poemas de mal de amores,

Son poemas de puro amor.

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Para qué te pienso tanto?

Para qué te sueño tanto?

Para qué te siento tanto?

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De lo amargo a lo dulce, dice Silvina Ocampo.

Yo digo de lo dulce a lo amargo.

Fruta prohibida, fruta más que agria… amarga.

Fruta sabrosa en apariencia, que me incita a devorarla con los ojos cerrados, primero, y abiertos pero ciegos, después

Fruta prohibida. La he mordido y ahora he de pagar por mi imprudencia y por mi dulzura  en desmesura.

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Cómo puede irse tan suelta?

Cómo duerme tan tranquila?

Cómo continúa tan despreocupada?

Cómo siente tan poco… tan nada?

Cómo me quedo tan atada?

Cómo  me quedo tan inquieta?

Cómo continúo tan quebrada?

Cómo siento tan… Tan tanto?

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¿Es posible que duela más el amor (des) que la soledad?

¿Cómo lo mismo que te hace tan feliz duele todavía mucho más?

In-ge-una. Compradora compulsiva de humo. Sierva de la ilusión y, por ende, del dolor

Fuiste arena entre los dedos;

flor del desierto;

tormenta de verano: impredecible, impertinente, desmesurada y tan necesaria.

Pasaba por aquí...

Decidí escribir con la intención de plasmar una reflexión, una de esas especies de epifanías que suelen obnubilarme el alma y la mente... Pero ahora que estoy acá, ya la olvidé, pero escribo igual. Escribo para calmar la maraña de pensamientos que no me deja pensar con claridad y que ya empieza a tomar vida propia. Siempre vuelvo a las palabras, por más resistencia que ponga (inconsciente), me ayudan a entender lo que siento, me ayudan a desenredar la maraña y a plasmar lo que logró articular.
Con casi nada que decir por esta noche y un sueño que me emboba, no me queda más que intentar formular alguna reflexión: Escribir es la mejor manera de hacerme compañía a mí misma.

Rimas Torcidas

Quiero encontrarme pero encontrándote a vos; encontrándome en vos, con vos.
Encontrarnos las manos, los ojos, las bocas, los sexos.
Tu lengua en mi boca, mi mano en tu sexo, tu boca en mi sexo, y las almas encontrándose, trascendiendo el encuentro de los cuerpos.

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Me da vueltas en la cabeza, en el corazón, en el sexo, en el alma, en el verbo, en la piel.
Le gusta saber que me gusta y que le puedo gustar. Sabe que estoy ahí y que la busco y la espero... la espero y no la busco, pero estoy.
Mi grandeza la intimida, mi belleza la fascina, más ella no sabe que está siendo seducida, abducida por mi huella, que sigue inconscientemente. Inocente.

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No puedo con vos ni contra vos, sos muy grande. Me intimida y me fastidia tu grandeza, tu sapiencia, y por eso no puedo amarte. Soy una envidiosa y una egoísta por arte, con vos y conmigo misma. Soy en este sentido una involucionada, no puedo estar a la altura de tu alma ni de tu mirada.

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Lloro nostálgicamente porque sé que ella en algún lado anda y también llora. Llora y extraña eso que aun no conoce, que está en algún lado y que ella sabe que está y no lo tiene; estas las razones por las que también lloro yo.

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Los caminos se intersectan, se cruzan. No sólo los caminos de dos personas, también pueden ser los caminos de una persona y un lugar.
Encontré un lugar que es para mí. Sé que las siestas de los domingos me espera paciente y ansioso a la vez. Me sabe contener, sostener.. Me mima. El banco, el árbol, los gatos, los pajaritos: todo me pertenece y a todo le pertenezco de alguna manera espiritual, mística o metafísica si se quiere. Tenía que estar ahí para mi, para encontrarlo, para hallarme en el... Para encontrar-me.